El pasado 23 de julio, Amy Winehouse aparecía muerta en su residencia londinense. Conociendo el historial en cuanto a drogas de la cantante, lo primero que se especuló es que había fallecido por sobredosis, a pesar de que estaba en proceso de desintoxicación de drogas y de alcohol. Esto parecía lo más probable. También se habló de suicidio y, más tarde, se dijo que un síndrome de abstinencia severo por abandonar radicalmente el alcohol, podía ser la causa de la muerte.
Ahora hemos sabido que Amy murío prácticamente ahogada en alcohol. Según al informe del Tribunal St. Pancras Corner, que lleva el caso, su sangre contenía 416 mg. de alcohol por 100 ml. de sangre, una cantidad realmente alta si tenemos en cuenta que equivale a quintuplicar la tasa de alcoholemia para conducir que son 80 mg. Los investigadores han concluido que la muerte fue accidental y debida a la ingesta masiva de alcohol tras un periodo de un mes sin probarlo. Ya los médicos le habían advertido que dejar radicalmente el alcohol iba a costarle mucho esfuerzo y que podía incluso provocarle algunos problemas de salud, pero que tenía que dejar la bebida y las drogas ya que su salud estaba muy dañada por años de excesos.
Los testigos aseguran que el día de su muerte Emy Winehouse estaba tranquila,  y que en ningún momento se la vio nerviosa o con síntomas de abstinencia. Sin embargo, junto al cadáver aparecieron tres botellas de vodka  que suponemos  la llevaron al fatídico final. Para superar su adicción, la cantante tomaba por prescripción médica Librium, un fármaco que ayuda a superar esta difícil situación.
Realmente, una verdadera lástima. Ha sido una de las mejores voces de los últimos años ,pero como otros artistas brillantes, cayó en las redes del alcohol y las drogas. Sólo queda recordarla por lo que era, una gran cantante.

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